miércoles, 10 de diciembre de 2014

Jaula invisible

Nos aferramos a la vida que nos vio crecer, a la tierra en la que dimos los primeros pasos, donde está toda nuestra gente de siempre. Lo que significa una cantidad infima del mundo que nos rodea. De siete mil millones de habitantes de la tierra, conocemos a uno o dos centenares de ellos, y bien, si me apuras, a una o dos decenas siendo generoso.
Al final, solo somos cobayas metidas en pequeñas jaulas invisibles creadas por nosotros mismos y por los que nos rodean. Si salimos de ellas, intentamos volver lo más rápidamente al interior o nos metemos en otra jaula de mayor o menor tamaño. Somos así, y yo no soy una excepción.
Esas barreras, las de nuestras jaulas, las de nuestras mentes, son irreales, inventadas. Pero brutalmente eficientes. Barrotes en su mayor parte compuestos de miedo, fiel e inseparable compañero que nos acompaña y martiriza en nuestro camino inexorable hacia la muerte.

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